Desde niña tuve interés por la meditación y la espiritualidad. Alrededor de los 8 años comencé a sentirme mal físicamente y no fue hasta 8 años después, pasando por muchos médicos, que tuve un diagnóstico, pero ningún tratamiento me ayudaba a sentirme mejor. Eso me llevó a desarrollar una profunda depresión en la adolescencia y pasar por muchos psicólogos y psiquiatras.

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Nunca me hizo sentido la psicoterapia tradicional, no podía creer que esa fuese la ayuda, la sentí muy inhumana e insensible en ese momento. Esto me llevó a estudiar psicología y buscar otras formas de sanarme, entendiendo que los síntomas ya sean emocionales, mentales o físicos, son la expresión de de un proceso de transformación mucho más profundo. 

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Cuando comencé a estudiar en 2006 me reencontré con la meditación, la cual ha sido esencial en todo mi proceso. También conocí otra perspectiva que abrió todo un mundo en mí: la psicología humanista transpersonal, que me permitió encontrar en la psicología una mirada humana, compasiva y espiritual.

Así fui encontrando maestros y prácticas que me guiaron y fui encontrando mi propio camino.

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Ha sido (y sigue siendo) un largo, desafiante y hermoso proceso de sanación, en el que he ido creciendo y reencontrándome conmigo. Con altos y bajos, con contracción y expansión he aprendido a aceptar y abrazar la vida tal como es. Y a mi tal como soy. 

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Desde el año 2011 he tenido el honor de acompañar a personas que tienen la valentía y la voluntad de mirarse en profundidad y sanar. Mi forma de trabajo es holística, con una mirada y herramientas que integran cuerpo, mente, emociones y alma. 

Todo lo que comparto no es sólo teoría, sino que viene de mi propia experiencia en todos estos años de trabajo interno y acompañando a otros en sus procesos. 

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Por mi parte sigo creciendo, aprendiendo y profundizando.

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